Cada año, mi cuñada Mara, su hermana y mi sobrina Abril juntan sus ahorros y los transforman en golosinas y pequeños juguetes que donan al comedor Los Angelitos, de Bella Vista, para el Día del Niño. Este año, además, están pidiéndonos a la familia y a los amigos una modesta donación para -además de los chiches- poder llevarles bastante comida.
A. y yo donamos un poco de plata. Sin embargo, algunas veces siento que entregar dinero no es igual a comprometerse. Es cierto que no es una afirmación demasiado justa: muchas veces ese dinero cuesta esfuerzo y al darlo nos privamos de otras cosas. No se trata de desmerecer la generosidad. Nada de eso. Sencillamente, sentí que podía hacer algo más, entregar algo que no se compra o que no se puede pagar: cariño.
Por eso, acá estoy: cosiendo algunos muñecos de tela para que cada uno de esos 243 nenes y nenas tengan un abrazo mullido y colorido en ese día.
Primer canasto con 17 ovejas..
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