lunes, 22 de marzo de 2010

Ejercicios de vacaciones

Pasé unas vacaciones atípicas. No había paseos ni programas ni cosas divertidas. Y, en cambio, sí tenía muchas, muchas horas por delante cada día. Horas y horas. Y más horas. De modo que busqué algo para hacer. Cien metros me separaban de la tienda de lanas y otros cincuenta de la mercería. Así es que me puse a tejer y a coser.

El resultado fue este. Y cuatro nenas muy contentas.



Todavía no son todo lo que quiero. Necesito probar otras combinaciones para que las caritas sean menos planas pero también menos puntudas. Además, la ropa tuve que hacerla toda a mano porque en allá no tenía máquina de coser y bueno... no quedó muy bien que digamos. En cambio, me gustan los pies que aprendí de ElisabethD que es una verdadera artista de los amigurumis. Acá no se consigue su libro pero es algo así como la Biblia de esta disciplina. De todos modos, la experimentación quedará para otro momento. Por ahora ando en otras zonas del tejido y de la costura.

jueves, 11 de marzo de 2010

Tiempo de patchwork

A los 16 ó 17 años, y de la mano de mi compañera de escuela Bárbara Ferrario, descubrí el patchwork. A lo largo de muchos meses, acopié decenas de retazos provenientes de diversos orígenes para dar forma a una colcha que, luego, usé durante muchos años.
Quise hacerle una foto para este post pero no pude encontrarla...
El caso es que, entusiasmada con la tarea, empecé otra serie de hexágonos que nunca terminé. Todavía.


Sin embargo, es tiempo de patchwork de nuevo para mi. Tengo ganas de hacer algo que me guste, que me desafíe, que me entretenga y me apasione. Estoy evaluando desde cosas imposibles hasta otras más sencillas pero infinitas. A ver por donde rumbeo...

domingo, 7 de marzo de 2010

Ciento 16

Díficil elegir en esta edición de la revista. Como siempre, de todas las notas que hice me gusta algo. La cocina de una casa doble en José Ignacio. La biblioteca del departamento que ambientó Laura Brucco. La chimenea del piso de Celedonio Lohidoy. Pero me voy a quedar con esa imagen de la talentosa arquitecta y fotógrafa Daniela Mac Adden que retrata el muelle de una residencia en Nordelta que proyectó el estudio Gernaert Willmar & Goyenechea y decoró Diana Leoni, junto con la propietaria. Creo que concentra, sin estridencias ni poses, el espíritu que atraviesa todo ese proyecto. Daniela sabe atrapar el alma de los lugares.