Hace un tiempo atrás, tejí para mi hijo mayor un gato en rigurosos colores rojo y azul que fue bautizado
Papu Gómez. Luego siguieron un pajarito (el
Pipi Romagnoli) y algún otro bicho que no recuerdo pero que seguía la serie de nombres-homenaje-cuervísticos. Según parece, el azul grana no es de la simpatía de nuestro gato Oscu porque, aprovechando ciertos días de viaje, se apoderó del felino de lana y lo usó de juguete.
Como consecuencia, el
Papu Gómez perdió una oreja y la mitad de la otra, se le desfiguró la cara y el cuerpo le quedó bastante deshilachado. Asociaciones futbolísticas no corren por mi cuenta.
Así las cosas, dediqué algunos días para compensar a mi hijo y di forma a este perrito (aún sin nombre fijo) que tejí gracias al patrón gratuito de K4TT que se puede encontrar
aquí. Usé lana bebé de
Nube y si, los colores no son demasiado infantiles, pero el dormitorio de los chicos está quedando tan colorido que un poco de tonos más sobrios le venían bien.
Por primera vez estoy comprando patrones y haciendo muñecos paso a paso, según los esquemas y procedimientos de otra persona. Hasta ahora, había tomado algunos modelos como inspiración para encontrar mis propios caminos y ese desafío me gusta. Pero pensé que con las indicaciones del autor de un diseño que me sedujera iba a obtener exactamente la misma pieza. Y he ahí una equivocación: después de hacer varios, llegué a la conclusión de que hay un sinfín de matices que hacen que, incluso con todos los detalles y explicaciones, el resultado no sea igual.
De todos modos, prefiero comprar el patrón. Aún a sabiendas que será necesario que yo adapte aquellas indicaciones a mi manera de tejer. Primero, porque así se retribuye y alienta la creatividad de los autores. Y segundo, porque siempre se aprenden trucos, claves, modos distintos de trabajar.
